Este escrito nació tras
la lectura del texto “¿Puede hablar el sujeto subalterno?” de Gayatri Spivak
(1998). Respondiendo esta pregunta mediante el análisis y estudio de la performance
y el folklore. Comenzaremos por discutir sobre la voz del sujeto subalterno,
para luego continuar con algunas revisiones teóricas sobre la performance y el
folklore. A continuación, daremos algunos ejemplos del habla subalterna para
terminar con algunas reflexiones sobre el tema. La actual versión no espera ser
un texto exclusivamente académico, sino que me tomaré ciertas libertades que
nos entrega la escritura en un blog. Dicho esto, entremos en materia…
I.
Sobre la voz del sujeto subalterno.
Partiremos desde el
supuesto de que existe una violencia epistémica que es “ese proyecto de
orquestación remota, de largo alcance y heterogéneo para constituir al sujeto
colonial como Otro” (Spivak, 1998: 12-13). Según explica esta autora, la
violencia epistémica no se ejerce exclusivamente dentro de la Urbe, como
plantea Focault, sino que también se ejerce desde la urbe a sus periferias,
conformando distintos tipos de sujeto colonial y distintos centros y periferias
dentro de un sistema global (Spivak, 1998). Es en este contexto que Spivak
(1998) se plantea la pregunta respecto del habla del sujeto subalterno y, si
bien la autora concluye que “El individuo no puede hablar (…) La representación
no se ha marchitado” (Spivak, 1998: 44); nos presenta el caso de las satis, viudas en la India Colonial, quienes
se auto-inmolaban a modo de protesta, lo que constituiría una forma de
manifestación en busca de esa voz negada en su condición de sujetas subalternas.
Según nos cuenta la autora:
La
palabra [Sati] en numerosas lenguas
de la India significa “el arder de sati”
(es decir, de la “buena esposa”), quien así escapa a la inmovilidad regresiva
de la viuda en brahmacarya. Esto
ejemplifica la hiper-marcación de
etnia, clase y diferencia sexual en toda la situación. Pero tal vez esta
sobre-determinación sólo puede ser percibida cuando se lleva a la parodia de sí
misma, al mostrar cómo se impone sobre algunas mujeres una compulsión ideológica
más extensa en el acto de provocar la identificación, dentro de la práctica discursiva, de la virtud de “buena esposa”
con la auto-inmolación en la pila del marido. En la otra cara de esta
constitución del objeto, la abolición
de aquello que justamente daría la ocasión para el establecimiento de una buena
sociedad en la India, que va más allá de una sociedad puramente de buenas
costumbres, es lo que estoy tratando de debatir, en tanto implica la
manipulación hindú de la constitución del sujeto mujer (Spivak, 1998: 40,
énfasis del original).
"Sujeto subalterno ideal"
Performance de Camilo Leiva, fotomontaje de Emilia Deschamps Leiva
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Este lenguaje
subalterno se ve, al igual que el mito como historia sagrada, a decir de Fidel
Sepúlveda:
Proyectado
a nuestro ámbito cultural, como que hay un entrevero, colisional, entre una
realidad visible [la impuesta por la hegemonía] y una invisible [la realidad
subalterna]. Una que aparece protagonizando la historia y otra que subyace en
una intrahistoria que se sumerge en algo que podríamos llamar transhistoria,
cuyos ritmos no coinciden, porque mientras uno es un movimiento pendular, el
otro es un movimiento de lento giro del dial, detrás de ese sentido
transconsciente que guía, a los pueblos y que los salva de los caprichos de la
Historia en muchos casos. Una fuerza la protagoniza, lo racional (…) que intenta
estructurar aquella realidad mediante la aplicación más o menos ceñida de
visiones foráneas [hegemónicas]. La otra actúa desde un trasfondo mítico, y
está constituida por un saber ancestral [subalterna] (Sepúlveda, 2010: 23).
Es en la intrahistoria,
en aquella que actúa desde un trasfondo mítico y que se ha transmitido de
generación en generación, que la voz de los sujetos queda escrita.