martes, 8 de octubre de 2019

Performance y Folklore: El habla del sujeto subalterno[1]



Este escrito nació tras la lectura del texto “¿Puede hablar el sujeto subalterno?” de Gayatri Spivak (1998). Respondiendo esta pregunta mediante el análisis y estudio de la performance y el folklore. Comenzaremos por discutir sobre la voz del sujeto subalterno, para luego continuar con algunas revisiones teóricas sobre la performance y el folklore. A continuación, daremos algunos ejemplos del habla subalterna para terminar con algunas reflexiones sobre el tema. La actual versión no espera ser un texto exclusivamente académico, sino que me tomaré ciertas libertades que nos entrega la escritura en un blog. Dicho esto, entremos en materia…

I.                    Sobre la voz del sujeto subalterno.

Partiremos desde el supuesto de que existe una violencia epistémica que es “ese proyecto de orquestación remota, de largo alcance y heterogéneo para constituir al sujeto colonial como Otro” (Spivak, 1998: 12-13). Según explica esta autora, la violencia epistémica no se ejerce exclusivamente dentro de la Urbe, como plantea Focault, sino que también se ejerce desde la urbe a sus periferias, conformando distintos tipos de sujeto colonial y distintos centros y periferias dentro de un sistema global (Spivak, 1998). Es en este contexto que Spivak (1998) se plantea la pregunta respecto del habla del sujeto subalterno y, si bien la autora concluye que “El individuo no puede hablar (…) La representación no se ha marchitado” (Spivak, 1998: 44); nos presenta el caso de las satis, viudas en la India Colonial, quienes se auto-inmolaban a modo de protesta, lo que constituiría una forma de manifestación en busca de esa voz negada en su condición de sujetas subalternas. Según nos cuenta la autora:
La palabra [Sati] en numerosas lenguas de la India significa “el arder de sati” (es decir, de la “buena esposa”), quien así escapa a la inmovilidad regresiva de la viuda en brahmacarya. Esto ejemplifica la hiper-marcación de etnia, clase y diferencia sexual en toda la situación. Pero tal vez esta sobre-determinación sólo puede ser percibida cuando se lleva a la parodia de sí misma, al mostrar cómo se impone sobre algunas mujeres una compulsión ideológica más extensa en el acto de provocar la identificación, dentro de la práctica discursiva, de la virtud de “buena esposa” con la auto-inmolación en la pila del marido. En la otra cara de esta constitución del objeto, la abolición de aquello que justamente daría la ocasión para el establecimiento de una buena sociedad en la India, que va más allá de una sociedad puramente de buenas costumbres, es lo que estoy tratando de debatir, en tanto implica la manipulación hindú de la constitución del sujeto mujer (Spivak, 1998: 40, énfasis del original).

"Sujeto subalterno ideal"
 Performance de Camilo Leiva, fotomontaje de Emilia Deschamps Leiva

Esto nos recuerda a lo que nos señala el gran pensador italiano Antonio Gramsci, para quién los sujetos subalternos pueden dejar su voz en “relatos fragmentados (…) [escritos] en sus propios términos y [al] no dejar nunca de analizar la relación simultánea de estas realidades locales con el mundo” (Crehan, 2004: 147). Esta escritura subalterna también es resaltada por Gayatri Spivak, quien nos señala: “el suicidio de Bhuneswari Bhaduri es una escritura subalterna, sin alharaca y ad hoc, del texto social del suicidio como sati, pero, al mismo tiempo, es también el relato hegemónico de esa Durga, destellante, luchadora y familiar” (1998: 43). Podemos notar que el sujeto subalterno es capaz de registrar su voz mediante su corporalidad, y siempre en constante diálogo y recreación gracias a su relación directa con el ente hegemónico que ejerce la violencia epistémica. Podemos decir así, que el sujeto subalterno escribe mediante su actuar, mediante manifestaciones realizadas a partir de su corporalidad, en términos que sólo entienden los sujetos subalternos, lo que conlleva una desobediencia epistémica, en el sentido que nos la explica Walter Mignolo (2010), en donde los sujetos subalternos generan sus propias vías de expresión, pasando por alto la violencia epistémica que le es ejercida desde los centros, desde las urbes o por el mismo sistema colonial.

Este lenguaje subalterno se ve, al igual que el mito como historia sagrada, a decir de Fidel Sepúlveda:
Proyectado a nuestro ámbito cultural, como que hay un entrevero, colisional, entre una realidad visible [la impuesta por la hegemonía] y una invisible [la realidad subalterna]. Una que aparece protagonizando la historia y otra que subyace en una intrahistoria que se sumerge en algo que podríamos llamar transhistoria, cuyos ritmos no coinciden, porque mientras uno es un movimiento pendular, el otro es un movimiento de lento giro del dial, detrás de ese sentido transconsciente que guía, a los pueblos y que los salva de los caprichos de la Historia en muchos casos. Una fuerza la protagoniza, lo racional (…) que intenta estructurar aquella realidad mediante la aplicación más o menos ceñida de visiones foráneas [hegemónicas]. La otra actúa desde un trasfondo mítico, y está constituida por un saber ancestral [subalterna] (Sepúlveda, 2010: 23).

Es en la intrahistoria, en aquella que actúa desde un trasfondo mítico y que se ha transmitido de generación en generación, que la voz de los sujetos queda escrita.