“Devuélvanse a su
población de mierda, rotos conchas de su madre”… Esta frase peyorativa, que
quedará en la historia negra y olvidada de la historia chilena, me ha dado
muchas vueltas en la mente durante estos días, desde las manifestaciones en La
Dehesa en Santiago de Chile, el día 24 de noviembre del 2019.
Analicemos un poco quién
es el roto chileno, y porqué esta frase resulta típica de la oligarquía, mas
totalmente desentendida del real valor del roto chileno, puesto que tal como
nos señala San Martín:
Roto Chileno en 1872 José Santos Tornero |
La
“gente bien” o “decente”, como se autodenomina, llama “roto” a quien no se
conduce según los cánones establecidos
por ellos mismos. Hacer una rotería es cometer una deslealtad o alguna
grosería. Los pijes [gente de clase alta] hablan de la “rotada” refiriéndose a
los obreros o campesinos de bajo nivel económico y cultural. A pesar de este
uso despectivo del término, el roto, como tipo chileno, es tal vez el más
auténtico representante de eso que podríamos llamar caracterología chilena (San
Martín, 1970: 168).
Hernán Núñez Oyarce, gran
cuequero y defensor del roto chileno, señala en un diálogo que transcriben
Loyola & Cádiz: "Llaman roto a un gallo mal
educa'o, pero el roto es sufrido, es noble, es solidario, respetuoso, duro pa'l
trabajo" (2010: 60).
En efecto,
el roto chileno es el fiel representante del pueblo, de aquellos sujetos
subalternos que tantas veces han sido silenciados y que son protagonistas de la
intrahistoria de la que habla Fidel Sepúlveda (2010).
Antonio Acevedo
Hernández, gran dramaturgo y amante de lo chileno nos señala sobre este pueblo:
"Verdadero Roto Chileno" Serie de postales Costumbres Nacionales Chile. |
A este
pueblo nada le importa, nada; no cree en sus políticos ni en sus religiosos ni
en sus sabios -en varios de sus cuentos se ríe de ellos-, no cree en la vida ni
en la muerte; está acostumbrado a sufrir, a que no se le considere como a ser
humano, es el eterno abandonado. Una revolución de aristócratas -la de 1810- lo
traspasó de esclavo del encomendero al del hacendado latifundista o fabricante
-este casi siempre extranjero- avaro; todos lo explotan, todos aprovechan su
fuerza. Carece de habitaciones, de instrucción que solo puede adquirir en las
ciudades; bebe porque tiene tristeza, se ríe hasta de ella, no le teme a la
muerte, a nada, se encara en el campo de la lucha al que sea, siempre que no
tenga tres brazos no cree en guapos chicos ni en habilosos pobres y para
justificar una derrota dice: <<Qué tanto será, del suelo p'abajo no
paso>>; su inmensa despreocupación que ha engendrado su generosidad sin
fronteras, está sintetizada en este refrán: <<Quien guarda pa otro día,
en Dios desconfía>>. Leed esta copla que parece ser el estribillo de su
canto vital, el corolario de sus tristes experiencias:
Al que se muere lo entierran
Con tierra quea tapao,
Olvía lo que ha querío
Y lo que ha pedío fiao.
Los que oyen o leen
esta copla se ríen. Nadie ha comprendido que en ella hay acentos de tragedia.
Es la sensación del que nada espera y que glosa con una sonrisa su derrota
fatal, determinada por la vida que lo obligan a pasar (Acevedo, 2014: 107-108).
Es el miembro de este pueblo al que nos referimos cuando decimos Roto.
Oreste Plath, gran folklorólogo chileno nos dice sobre este personaje:
Ansía el dinero, pero
no tiene el hábito del ahorro: es mano abierta;
es platicador, conversa en grupo, en filas; come siempre rodeado, en círculo;
bebe dándose. Lleva dentro de él el clima de Chile, el variado paisaje: las
nieves de la cordillera, los valles, los lagos, el océano inmenso, los bosques
del Sur, los vinos, las frutas, las cazuelas, las empanadas y el ají.
El roto es así, es de
aliento cordial; gana el corazón y es bullicioso y retozón como la cueca. La
imagen de la montaña, las pasiones del mar, forman su virtud telúrica (1998: 15).
A esta descripción se
suma la de Hernán San Martín:
Con
un sentido muy peculiar de la vida y de la muerte, el roto es vital y viril,
con la misma virilidad de los araucanos. Ni resignado ni fatalista; audaz,
luchador y solidario, en cambio. Tiene a su haber una tradición larga de luchas
por mejorar su vida. Aun cuando dicen que es flojo, el roto es sufrido para el
trabajo y lo hace con inteligencia. Fueron y son los rotos los que hacen
caminar este país. Ellos son los mineros y los que cavan la tierra. Mientras
ellos extraían el salitre, la plata, el cobre, los señores viajaban por Europa
comprando porcelanas de oriente y pianos de cola (1970: 169).
De ahí el carácter e
historia del roto, que siempre ha movido la historia chilena. Como señala
también Hernán Núñez:
Roto es un hombre capaz
De enfrentar
cualquier faena,
En más minas o en los
campos
¡si hay clarinete, a
la guerra!
Puede ser roto
bandido,
Puede ser roto
minero,
O ese roto
carrilano
O ese qu'es re pata'e
perro.
Hasta para hacer un
túnel
Se llama a la
rotá:
Ahí tienen la palabra
Por qué es un hombre
capaz. (Núñez, 2005: 114).
Juan Verdejo explicando las prohibiciones para el día de las votaciones |
Es que el roto hace
todo tipo de trabajos, maestro chasquilla, medio pollo, minero, agricultor,
alfarero, ganadero, obrero, siempre trabajador y honrado con los suyos. Con su
gente es generoso aunque con el patrón pueda ser hostil. Fue carrilano, se
embarcó a México, California, Australia y desde ahí se desperdigó a todo el
mundo (San Martín, 1970), de ahí que en todas partes del mundo siempre haya un
chileno.
El
nomadismo parece ser una de las características que definen el carácter del
roto. Es un nomadismo geográfico, y de personalidad. Sin embargo, donde vaya
vera su “Chilecito”:
”¡Puchas que se enoja el roto
cuando
va sin chicharrón!”
Debajo
del Puente de Brooklyn, en Nueva York, hay un restaurante, “El Jote”, donde
hacen empanadas a la chilena todos los domingos y, en Bogotá, el mejor boliche
para comer carnes pertenece a un viejo tony chileno retirado de las pistas,
rotito auténtico. Estos dos sitios son chilecitos lejanos, donde se juntan los
rotos expatriados (1970: 170).
Es así como se
configura el roto, ese que dio la vida en la guerra del pacífico, y al que le
erigieron una estatua en la Plaza Yungay, nombrada así por la victoria del roto
chileno en la Yungay. Allí en esa estatua se le representa con su fusil en
mano, corvo al cinto, listo para guerrear. Pero también tenemos al Juan
Verdejo, roto chileno creado por Pepo para la revista Topaze que en su
inocencia incluso se atrevía a decir verdades políticas, adquiriendo siempre el
rol de siervo en una relación paternalista en la que las clases altas lo
protegen en la medida en que lo necesita, pero si el roto ya no lo requiere, no
duda en ponerlo en jaque como hemos visto tantas veces.
Monumento al Roto Chileno, Plaza Yungay, Santiago de Chile. |
El roto chileno se ha
caracterizado por provenir del pueblo al cual todo se le ha negado, que ha
tenido que luchar siempre, y que con sangre, sudor y lágrimas, ha obtenido todo
lo que tiene. El roto chileno siempre ha estado allí en la intrahistoria, no es
un prócer, no es un oligarca ni un aristócrata, no pertenece a las clases
altas, vive desde plaza Italia para abajo en Santiago, y en regiones también
tiene sus lugares en los cuales los han separado de las clases altas, en Temuco
vemos la división establecida por la línea del tren, en Antofagasta la
diferencia se marca entre el centro y el sur, y en Concepción la diferencia es
clara entre campo y ciudad. En todas partes hay rotos chilenos, luchando por
sus porotos en el día a día. ¿No son rotos chilenos los miles de jóvenes,
adultos y ancianos que hoy luchan en las calles por sus derechos?, pero no me
refiero a que sean rotos mal educados, sino que son rotos luchadores, de esos
que llegado el momento, se cansan de tener el pie encima, y se lo quitan. Esos
rotos que no le temen a la muerte ni a la ceguera porque no tienen más que
perder, porque temen llegar a viejos en el Chile actual. Ese roto es el que
está peleando en las calles.
Me quedo con la frase de
Juan Verdejo al Tío Sam: “Oiga compadre: ¡Amigos sí! Pero vasallos ¡No!”.
Juan Verdejo y el Tío Sam, Memoria Chilena |
Sin duda que la figura
del roto ha sido utilizada como una imagen arquetípica de la ignorancia en que
nos quieren tener las clases superiores, siempre vasallos, pero, rermino este
escrito, que tal vez escape diametralmente a la temática del blog, diciendo:
¡Seamos todos Rotos!, reconozcámonos en el roto chileno, trabajemos duro por el
avance del país, luchemos por nuestros derechos, y hagámosle frente a aquellos
que quieren avasallarnos.
¡Que
viva el rotaje, mierda!, ¡Somos rotos ¿y qué?!
Dibujo del Roto Chileno |
Referencias
Acevedo, A. (2014). La
cueca: Orígenes, historia y antología. Santiago, Chile: Ediciones
Tácitas.
Loyola, M. &
Cádiz, O. (2010). La cueca: danza de la vida y de la muerte. Valparaíso,
Chile: Ediciones Universitarias de Valparaíso.
Núñez, H. (2005). Mi
gran cueca. Crónicas de la cueca brava. Santiago, Chile: FONDART Región
Metropolitana.
Plath, O. (1998). Baraja de Chile.
Santiago, Chile: Grijalbo.
San Martín, H. (1970). Tercer ensayo: Folklore vivo de Chile. En H. San
Martín (Au.), Nosotros los chilenos. Tres ensayos antropológicos de
interpretación (pp. 161-288). Santiago, Chile: Editora Austral.
Sepúlveda,
F. (2010). Patrimonio, Identidad,
Tradición y Creatividad. Santiago, Chile: Centro de investigaciones Diego
Barros Arana.
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