Por
Camilo Leiva Jiménez
Estudiante
de Antropología UAH
Durante los
últimos años el fenómeno de la cueca brava o centrina, como la han denominado
distintos estudiosos y cultores, se ha revitalizado encontrando en la juventud
distintos cultores que se juntan en distintos lugares de Santiago a cantar y
bailar esta música casi bicentenaria.
Declarado el toque de queda durante
la semana del 21 al 25 de octubre, los cuequeros y cuequeras de Santiago
quedaron sin un espacio esencial en su vida cotidiana como son las juntas para
cantar a la rueda en espacios públicos, y las distintas picadas populares en
las que solemos reunirnos a cantar y bailar.
El día jueves, en pleno bandejón de
la Alameda, decidimos juntarnos algunos cuequeros y cuequeras a cantar, en una
forma de manifestarnos y de recuperar aquel espacio que el toque de queda nos
quitó. A las cuatro de la tarde, y con un sol que nos quemaba, partieron los
primeros sones de guitarras, panderos y platos. “En cualquier tono sale cueca”,
a la respuesta de “¿cuecazo o qué?”, el canto irrumpió con la fuerza que el cante
jondo español le heredó a esta música. Pero, ¿por qué cueca, si responde a una
danza declarada danza oficial en 1979 en plena dictadura? Porque como dijo el
gran cuequero Hernán, “Nano”, Núñez Oyarce:
En
ella se expresa el pueblo
Con
todos sus sentimientos
De
lo lindo que es la vida
Y
también de sus tormentos.
Tras las primeras tímidas cuecas,
donde cantamos unos pocos, empezó a agrandarse el lote, con dos acordeones,
varias guitarras, panderos, tañadores, platos y hasta ollas con cucharas de
palo, la cueca se tomó aquél espacio del bandejón. Los bailarines, a sabiendas
de la reunión de los músicos llegaron al poco rato, y comenzó el bochinche,
bajo la estricta mirada de militares y carabineros que observaban con
desconfianza desde la entrada del metro República.
Inicio del
Cuecazo, Alameda con República. Fotografía: Camilo Leiva.
Los más gallos, aquellos que están
acostumbrados a las ruedas de todas las semanas donde se improvisa la cueca,
tomaban el inicio de cuecas tradicionales, pero cambiando la letra la traían a
la contingencia. Así de pronto se escuchó:
“Puerto de Valparaíso
Se paran los pescadores
Se sumaron los portuarios
A los movilizadores”
Los relances, o relauches, versos
que animan o anteceden la cueca, también se hicieron presentes, siempre
relacionados con el acontecer:
“Otra forma de cantar
Es cantar la cueca en rueda,
Entonarse con los cantos
En medio de la Alameda”;
“Arrisca la cola cabro
Y que no te la agarre un paco”
La gente bailaba como desenfrenada,
en un acto que fue liberador tanto para músicos como para bailarines. De
pronto, entre cueca y cueca, comenzaban los gritos de “el que no salta es
paco”, “evadir, no pagar, otra forma de luchar”, o “El pueblo, el pueblo, ¿el
pueblo dónde está?, el pueblo está en la calle pidiendo dignidad”. Para luego
seguir con más cuecas.
Dentro de la gente que caminaba
hacia el poniente en busca de transporte a sus casas, se paraban a escuchar y
mirar, un hombre de avanzada edad que iba en su bicicleta se detuvo, miró,
encargó su bicicleta a uno de los asistentes y deslumbró a todos con su danza,
sencilla, sentida y en compañía de una total desconocida. Tras bailar, tomó su
bicicleta y se quedó a escuchar. Al acercarme a él, me dice con voz baja: “Es que no hay mejor que bailar una cueca en
frente de los milicos, pa sacarles pica de que uno igual está bien”.
Siguen las cuecas, una cuequera del
lote me mira y me dice “rájate con una”.
Nada de rogado, y transformando una cueca tradicional campesina en centrina
pues al final todo es cueca, acompañado de un fiel amigo, lanzo los versos al
aire:
“En
el pueblo de Curicó
Hubieron
dos criminales,
Uno
rico y el otro pobre,
Delincuentes
por iguales.
Uno
como era rico
Quedó
con grillos,
El
pobre por ser pobre
Pasó
al banquillo.
Pasó
al banquillo, sí
Lo
que es la plata
Que
a las leyes de Chile
Las
desbarata
Anda,
y lo que es la plata
Las
desbarata”.
Un silencio se produce, el hombre
de la bicicleta suelta una lágrima. Aplausos y póngale cueca otra vez. Las
lacrimógenas se empezaron a hacerse sentir en las gargantas, a falta de vino
buena es el agua y que esto no pare. Al finalizar la tarde, los cantores roncos
como gansos, como diría el gran Nano Núñez, terminan las cuecas, con bailarines
que no quieren que esto termine.
De fondo se escuchan las sirenas a
la altura de Los Héroes, disparos de balines o perdigones y de bombas
lacrimógenas, anunciándonos que se acerca la hora del toque de queda.
Lote de
Músicos, Alameda con República. Fotografía: Camilo Leiva.
[1] Artículo publicado por el autor originalmente
en el blog “Etnografías de la Revuelta”, el 3 de noviembre de 2019. Disponible
en: https://etnografiasdelarevuelta.blogspot.com/2019/11/toque-de-queda-se-acaba-la-cueca.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario