domingo, 1 de diciembre de 2019

La Lira Popular: Literatura folklórica de resistencia y subversión




Grabado de la Lira Popular


Aquí voy a presentar
Una muy buena herramienta
Gran fuente de resistencia
Desde tiempo inmemorial.
Es la Lira Popular
Que le da su voz al pueblo,
La contingencia exponiendo
Con ironía, humor o encono,
También, a veces, con morbo
Informando y resistiendo.

En nuestra búsqueda de distintas expresiones del folklore o folclore, que se manifiesten como herramientas para la subversión y resistencia de las clases populares o de los sujetos subalternos, nos encontramos con la Lira Popular. Si bien sus versos poseen un autor identificable, por lo que no serían folklóricas como tales, como veremos más adelante, su estructura si pertenece al folklore chileno, y su difusión hace que pasen a ser parte del mismo. Comenzaremos este artículo realizando la diferencia entre folklore literario y literatura folklórica, ya que los versos de la Lira Popular se mueven entre ambos conceptos dependiendo del tiempo transcurrido desde su creación y la difusión que hayan obtenido. Luego, explicaremos qué es la Lira Popular, para aquellos que están extrañados con el término, y que tal vez conozcan solo sus icónicos grabados mas no su contenido. A continuación, hablaremos de los “Puetas” o Poetas y los Cantores populares que se han encargado de mantener esta tradición para finalizar con algunos ejemplos sobre cómo, hasta nuestros días, la poesía de la Lira Popular sigue siendo una herramienta de información y resistencia.


Sobre el Folklore Literario y la Literatura Folklórica.


En su libro “Folklore y Literatura”, Augusto Raúl Cortázar nos entrega la diferencia entre estos los dos conceptos que componen el título de este apartado. Es así como primero nos explica que un hecho para ser folklórico debe:

[S]on folklore los fenómenos culturales que se diferencian de otras expresiones, también culturales que se diferencian de otras expresiones, también culturales, porque pueden ser específicamente caracterizados como populares (propios de la cultura tradicional del folk, del pueblo), colectivizados (socialmente vigentes en la comunidad), empíricos, funcionales, tradicionales, anónimos, regionales y transmitidos por medios no escritos ni institucionalizados (Cortázar, 1964: 7).

Si bien, esta definición puede ser controversial[1], resulta de suma utilidad para entender lo que es el folklore literario para este autor argentino. Sobre esto, nos señala:

El folklore literario será entonces el que agrupa expresiones de esta índole, en prosa y en verso: cuentos, leyendas, romances, coplas, seguidillas, villancicos, etc. Lo que interesa destacar es que se trata en primer término, sustantivamente, de folklore; luego, en segundo lugar, calificamos y determinamos con el adjetivo “literario” las especies a las cuales nos estamos refiriendo entre las múltiples que aquel sustantivo comprende. Pero siempre se ha de tratar de expresiones que se presenten los rasgos caracterizadores del folklore mismo (Cortázar, 1964: 7).

Pero, ¿por qué los versos de la Lira Popular corresponderían a Literatura Folklórica y no Folklore Literario?


El mismo Augusto Raúl Cortázar nos da la respuesta mediante lo que él llama proyecciones folklóricas, que son creaciones de autores particulares cimentadas en el folklore y que deben realizarse desde el conocimiento pleno de la manifestación que se está recreando (1964). Es así como luego nos dirá: “La distinción arriba señalada entre folklore literario (fenómeno) y literatura folklórica, que es su “proyección”, está indicando la importancia que asigno a estos enfoques diversos de dos tipos de expresiones en apariencia equivalentes” (Cortázar, 1964: 13).

Es por esto que podemos decir que los versos de la Lira Popular son literatura folklórica y no folklore literario, puesto que son, como ya hemos dicho, proyecciones. Sin embargo, y como señalan Dannemann (1995) y Acevedo (2015), muchas veces esta literatura folklórica es absorbida por el pueblo, y convertida en folklore literario, realizando pequeños cambios en su contenido, pero manteniendo siempre el sentido original[2].

Este proceso de folklorización, de transformar la literatura folklórica en folklore literario, se da gracias a sus distintos medios de difusión. Como nos señala Micaela Navarrete:

Este tipo de literatura sufre un proceso muy complejo: la producen distintos autores, se transmite cantada, recitada o leída y por lo común es publicada en pliegos. La adquieren personas que la leen para sí mismos y para otros, que a fuerza de repetición los memorizan y pasa otra vez a la categoría de literatura oral (1999: primera página del apartado inicial “Los Buenos Versos”, sin numeración).

Es de esta forma, que los versos de la Lira Popular vagan entre la literatura folklórica y el folklore literario, pasando de lo oral a lo escrito y de lo escrito a lo oral, a través de sus distintos medios de difusión.

¿Qué es la Lira Popular?

Tal como nos señala Rojas, la Lira Pupular corresponde a versos que “Entre 1890 y 1930, [en] miles de pliegos artesanales circularon por las calles de las principales ciudades de la Zona central” (2011). Sobre su métrica u poesía nos encontramos con que la forma más característica es la décima espinel, encuartetada o glosada, la cual también es llamada verso (Barros & Dannemann, 1960; Barros & Dannemann, 1966; Román, 2011). Esto implica que “al final de cada décima, la última frase corresponde a una cuarteta que se va armando con cada final de las cuatro décimas anteriores” (Morales, González & Petrinovich, 2018, p. 11). Esta cuarteta puede estar relacionada o no con el tema desarrollado por las décimas, por lo que se vuelve una herramienta poética metafórica por excelencia (Sepúlveda, 2009). Esto está directamente relacionado con los pies forzados que realizan los payadores, en donde solicitan al público una frase octosilábica, con la cual concluyen una décima improvisada, y que ha estado muy en boga desde 1980 (Santander, 2008).

La poesía de cordel, o lira popular, fueron folletos o pliegos publicados por los poetas populares de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, que eran vendidos en calles y plazas (Acevedo, 2015; Uribe, 1974). Estos versos (ocupamos aquí la acepción que refiere a las décimas encuartetadas) tratan tanto temáticas a lo divino como a lo humano (Uribe, 1974; Dannemann, 1995).

Micaela Navarrete nos entrega otros antecedentes muy importantes sobre las antiguas Liras Populares:
Otro aspecto característico de estas publicaciones es que en cada pliego se publicaban composiciones de un solo poeta. Este se cuidaba muy bien de estampar su nombre al final de la hoja, y su dirección para que el lector supiera dónde adquirirla. Registrar, sin embargo, la fecha de edición fue algo que no les preocupó.
A fines del siglo XIX la venta de estos pliegos, según Lenz [[3]], se Hacía en el gran Mercado Central, en plazas, ferias y estaciones de ferrocarril, y no sólo en la capital. Las liras recorrían las provincias de la mano de los verseros. Resulta difícil fijar los límites de la expansión de los pliegos de cordel. Gozaron de una tremenda aceptación del pueblo. Corrían de mano en mano y de boca en boca: era el destino de la literatura popular (1999: segunda página del apartado inicial “Los Buenos Versos”, sin numeración).

Sobre los pliegos en que eran publicados estos versos, Navarrete nos señala:

Los pliegos estaban encabezados por ilustraciones variadas: antiguos clichés con estampas de devocionarios o almanaques, paisajes, buques de guerra, retratos de personas célebres, flores, santos, letras de silabario, etc. Pero los más interesantes son los “increíblemente toscos” grabados en madera, como les llamó Lenz y que representan casi siempre sucesos extraordinarios, trágicos o violentos como los fusilamientos y los crímenes. El poeta Adolfo Reyes hacía grabados “en madera de raulí con un cortaplumas ordinario” para ilustrar sus propios versos y para vender a sus colegas.

Bajo los grabados los pliegos de versos casi siempre llevan un largo título impreso en letras muy grandes, que por lo general se refieren a una o dos de las cinco o seis poesías que contiene. Es siempre sensacional y llamativo para atraer al lector y era anunciado a grandes voces y de un tirón (1999: primera página del apartado inicial “Los Buenos Versos”, sin numeración).
Grabado de fusilamiento, Lira Popular

Gracias al sitio web www.lirapopular.cl, sabemos que durante los años ’50, gracias a Diego Muñoz e Inés Valenzuela, se creó una lira popular que  ocupaba una o dos páginas, primero en el diario Noticias Gráficas, luego en el diario Democracia, y por último en el diario El Siglo. Al revisar estas liras, podemos notar que poseen fecha de publicación y que en sus páginas publican versos de distintos autores, y no de sólo uno, como en el caso de las primeras liras de entre 1890 y 1930.

Tras esta incursión de la Lira Popular en los diarios, desaparece, hasta que en los años 2000, y gracias al internet nos encontramos con liras en la web. Rojas en su reportaje del 2011 nos entrega el valioso blog www.lirapopularvirtual.blogspot.com de Jorge Lillo Valenzuela, donde publica sus propios versos y los de distintos colaboradores.

Cabe destacar que tanto las liras populares de los años ’50 como la lira popular virtual de Jorge Lillo, continuaron con la tradición de los grandes títulos, aunque sin los grabados. En estas últimas dos instancias de difusión de la poesía folklórica que constituye la lira, el énfasis se da en el texto y no exclusivamente en los grabados.

Hoy, con la contingencia, y con una circulación acotada a la vía del correo electrónico, ha surgido la Lira Popular Emergencia, cuyo primer número fue lanzado el día 31 de octubre de 2019, y que ha tenido como principal foco la contingencia nacional y la revuelta popular iniciada el 18 de octubre del mismo año. En esta Lira, podemos ver nuevamente grabados, realizados por Manuelístico Rojas, Andrea Rojas y Raúl Molina, entre otros, y que se entrelazan con el título de las liras, que corresponde más a la temática que a los títulos de los versos que contiene, que a su vez, son de distintos autores. Esta Lira Popular Emergencia, nació gracias al colectivo Decimandoando, y su último número (al momento de escribir este artículo) fue editado el día 20 de noviembre.



Los Puetas y Cantores Populares.

Sobre los portadores de este tipo de literatura folklórica y su relación con la métrica de estos versos, Antonio Acevedo Hernández, chileno y gran dramaturgo y estudioso de las tradiciones, nos señala:

La forma métrica única usada por el cantor popular ha sido la décima; pero esta décima estaba subordinada a una cuarteta, cada uno de cuyos versos (llamados razones por el pueta) servía de glosa, respectivamente, a las cuatro estrofas que componen el cuerpo de la composición. Los cuatro versos de la cuarteta constituían en realidad, cuatro pies forzados sobre los que el cantor debió basar su poesía.

Los puetas que solo eran cantores, es decir, los que no publicaban sus versos, hacían solo cuatro pies (estrofas); pero los que los entregaban al público imperso en folletos o en hojas hacían, para completar su poema, un quinto pie que llamaban despedida.
(…) La combinación llamada contrarresto era sumamente difícil y solo fue usada por los grandes puetas.

Se componían estos poemas de diez estrofas contando la cuarteta y la despedida. Las cuatro primeras tenían como glosa los versos de la cuarteta y las otras empezaban respectivamente con los últimos versos de las décimas anteriores y terminaban en el primero. Este detalle demuestra que los poetas populares eran buenos versificadores y poseían verdadera vocación (2015: 41-42).

Cabe destacar también, que como señala Manuel Dannemann (1995), se le llamaba Cantor a quienes no componían los versos, sino que los cantaban o recitaban de memoria y los aprendían por herencia familiar o bien, desde los pliegos publicados por los puetas. La categoría de pueta era exclusiva de aquellos que componían o escribían sus versos, pudiendo cantarlos o no, y encontrando distintas formas de difundir su obra. Por ello, podían haber puetas cantores, mas no cantores puetas puesto que esto último sería una contradicción al término Cantor.

Para finalizar este breve  apartado, comparto un pensamiento de Antonio Acevedo Hernández, que nos demuestra la relación de los poetas y las liras populares con el sentir de los sujetos subalternos y su relación con la resistencia, con la intrahistoria (Sepúlveda, 2010) que tiene como protagonista a estos sujetos comúnmente olvidados e invisibilizados: “A mi juicio, los poetas populares tienen tanta importancia que me atrevo a atribuirles el papel de historiadores del pueblo; en sus versos he encontrado temas para sainetes, y estructurado tipos valiosísimos” (Acevedo, 2015: 43).
           
Ejemplos.

Entregaremos a continuación algunos ejemplos sobre cómo la lira popular ha llevado el malestar general a la palestra y como ha dado voz a sujetos invisibilizados.

La sentencia al Presidente y tres más de sus compañeros

Traía hombres de acero
            el partido opositor;
            eran todos invencibles
            para pelear con valor.

            A este presidente loco
            bueno es que haga la justicia
            aventarle la ceniza
            y esto todavía es poco.
            Estaba muy cocoroco
            con cuarentamil guerreros
            soberanos y altaneros;
            pero la hueste marcial
            del partido crerical
            traía hombres de acero.

            Cortarlo presa por presa
            es bueno y como buen pago
            por las calles de Santiago
            le paseen la cabeza.
            Cuando él con toda vileza
            se quiso hacer invasor
            canalla, cruel, malhechor,
            cumpliendo con su deber
            el polvo le hizo morder
            el partido opositor.

            Un tal Rafael Allende
            en su diarito El Recluta
            formaba una gran disputa
            y al catolicismo ofende.
            Hoy mi pluma le reprende
            sus hechos que son terribles,
            aunque con mil imposibles
            invocara a San Antonio…
            para vencer al demonio
            eran todos invencibles.

            También Lathrop, el perverso,
            con su diario Las Noticias,
            sin que me den las albricias
            le reprendo en este verso.
            Sin hacer ningún esfuerzo
            te doy a saber, lector,
            que por sacarla mejor
            y me afirmo en lo que hablo,
            se acompañó con el diablo
            para pelear con valor.

            Al fin, un señor Godoy,
            ministro, bien lo sé yo,
            del susto que se llevó
            ¿cómo se encontrará hoy?
            Estas noticias le doy,
            según mi humilde entender,
            porque en este parecer
            digo, en respeto profundo,
            mientras el mundo sea mundo
            no volverán a su ser (Acevedo, 2015:151-153).

Este verso de Rosa Araneda, que Antonio Acevedo Hernández replica en su libro “Los Cantores populares chilenos”, están dedicados, al presidente Balmaceda, tras sus reformas liberales (Acevedo, 2015). Como nos dice Acevedo Hernández: “Ella, católica fervorosa, pedía en sus versos la muerte por descuartizamiento del gran Presidente; agregaba que los restos debían reducirse a cenizas y otras crueldades más” (2015:149).

El pueblo subalterno chileno siempre ha sido fuertemente religioso, por lo que no es de asombrarse que ante el intento de la separación del Estado de la Iglesia, algo por lo que  hoy bogamos con fervor, del presidente Balmaceda, produjera esa reacción en la gran poetisa popular Rosa Araneda, tocándola en su fibra más sensible por ser “católica fervorosa”.

Un monopolio en perspectiva

            En tranvías no hay que andar,
            Van a subir su pasaje,  
            Esa gabela salvaje
            No es posible soportar,
            Los dueños de la tracción
            Eléctrica de Santiago,
            Por tener que hacer un pago
            Cargan con la población;
            Santiago en esta ocasión
            Firmemente va a probar
            Que no está para aguantar
            Una esplotación tan odiosa,
            I en cambio dirá con prosa,
            En tranvías no hay que andar.

            Ademas de atropellarnos
            Y de matarnos tambien
            Para su eterno desde
            La Empresa quiere esplotarnos;
            Si desea desangrarnos
            Esa Cómpany salvaje
            Mejor será que nos saje
            I así matará su hambruna,
            Porque sin razon ninguna
            Van a subir el pasaje.

            En el año ochenta i siete
            El veintinueve de abril
            Tambien intentó subir
            La otra Empresa su flete;
            El pueblo un gran boche mete
            A la Empresa con coraje,
            I porque sus precios baje
            Treinta carros le quemó
            I de este modo impidió
            Esa gabela salvaje.

            Por un chico solamente
            Fué el bochinche de esa vez,
            I hoi que es doble el interes
            No se qué va a hacer la jente;
            La Empresa forzosamente
            El asunto ha de estudiar,
            I no vengan a provocar
            Al pueblo con sus gabelas,
            Porque ya mas sanguijuelas
            No es posible soportar.

            Por fin, sino quiere verse
            La Empresa en un grande pleito
            Deje su alza en proyecto
            Porque bien puede perderse;
            Cargo también debe hacerse
            Que el pueblo ya está cansado
            I bastante maltratado
            Con las gabelas de hoi dia,
            Porque ya la oligarquía
            Lo tiene bien desangrado (Navarrete, 1999: sin numeración).

Estas décimas de Juan B. Peralta, que nos entrega Navarrete (1999), nos parecen más atingentes hoy que nunca, relatan la subida del pasaje de los tranvías y los dolores del pueblo que parecieran no haber cambiado en más de cien años. Debido a los años de publicación de este tipo de Lira, podemos establecer que cuando se refiere al “ochenta i siete” fue en 1887. En este verso encontramos nuevamente la voz de los sujetos subalternos que deben soportar las injusticias de las empresas y la oligarquía, la voz de ese pueblo que ya no aguanta más porque como dice el mismo pueta: “ya la oligarquía lo tiene bien desangrado”.

Contrapunto entre un campesino y un hacendado.

En la Lira Popular del 30 de agosto de 1952, publicada en el diario Democracia, encontramos un interesante “Contrapunto entre un campesino y un hacendado”, del pueta Miguel Luis Castañeda de Cogotí. Si bien su estructura es en coplas o cuartetas, y no en décima, su forma poética es muy común en la poesía popular, sobre todo en contrapuntos improvisados. Lo transcribimos a continuación[4]:

CAMPESINO
 HACENDADO
Vine a buscar mi animal,
mire señor Solano
que lo tiene en su corral
sin agua y comiendo guano.
Ah, vos soi el dueño del burro
que estaba en el callejón,
dijo José que era tuyo
ese pícaro ladrón.
Mío desde que nació
y no me lo quita naide
por la gracia de mi Dios
ni uno de estos miserables.
Yo no te lo hey de quitar
tengo una tropa y bien gordos,
vos me tendrís que pagar
no te estés haciendo el sordo.
No es más la hacienda que tengo
y usté quiere que la venda
se me hace el zorrillo rengo
para que yo no le entienda.
Pa qué querís animal
mejor véndemelo a mi
y bien tranquilo queday
yo te lo aconsejo así.
Yo no tomo mate, Don
con una bombilla’e cuero
no le vendo a ningún patrón
ni tan siquiera al arriero.
Mira, roto subversivo,
creo que sos comunista
con tu ofensa que recibo
te voy a seguir la pista.
Puchas que es bueno su olfato
pa olfatiar los comunistas:
parece que ha sido gato
pa verlos a simple vista,
Vos sos uno, pues bribón
que querís matar a los ricos
y hacer la revolución
pa dejarnos hechos añicos.
De sol a sol trabajamos
nos hacen vivir en rucas
y a ustedes alimentamos
que no han trabajado nunca,
Mira tú roto indecente
yo te voy a mandar preso
para que aprendai a gente
y no te botís a tieso.
Los helaos se hacen de agua
no me asusta su prisión
ni el campo e concentración
que tenían en Pisagua.
Mira tipo mala clase
bastante me has molestado
pero tomaré tus frases
como insultos de curado.
Y usté córtela, pues Don
dejémonos de alegatos
si le doy un bofetón
lo voy a dejar pal gato.
A niún zunco le pegai
no la llevís tan segura:
acaso te equivocai
quedarís pidiendo al Cura.
Volvamo’al punto primero
y entrégueme el animal
no sea tan piojero:
yo no le voy a pagar.
Llévate tu porquería
no me intereso en el pago
no vaya a ser que otro día
me vengai con más estrago.



Es curioso notar que en este contrapunto gana el campesino, mostrándonos las aspiraciones de las clases subalternas a estar por sobre las clases dominantes, o como quien diría, “que se dé vuelta la tortilla”. Los sueños del sujeto subalterno se ven reflejada en esta composición del pueta, aquí gana el débil. La denuncia es implícita, puesto que el campesino gana, sin embargo, en frases como “Mira tipo mala clase, bastante me has molestado, pero tomaré tus frases, como insultos de curado”, notamos el desdén de la clase alta, de la aristocracia por las clases populares o bajas. Nuevamente, el sujeto subalterno halla un modo de difundir su voz a través de la literatura folklórica.

Donde se comenta la más reciente ocurrencia del ministro de Desarrollo Social, parecida a sus playas en el Mapocho o a la lluvia sobre Santiago: recetas para ahorrar y saborear a la chilena[5].

Publicaron las recetas
del inefable Lavín,
que van a ponerle fin
al hambre de los proletas.
Va a mejorarles la dieta
con un rico fricassée,
o tal vez con un souflé,
gastando apenas dos lucas
“–quinientos pesos por nuca–;
de paso, aprenden francés”.

“Hay que ser ahorrativo
pa’ superar la pobreza;
no hay que poner en la mesa
manjares tan nutritivos.
—”Hay que ser más creativos”–,
dice el Ministro a los rotos,
“sin riendas pa’ los porotos,
¿pa’ que andar comiendo pollo?;
de la hoja de un repollo
se hace un plato cototo”.

“¿Y qué quiere que le diga?:
¡Olvídese de los panqueques!
Tampoco piense en los queques
que le abultan la barriga.
La marraqueta sin miga
le mantiene la figura,
se sentirá más segura,
veraneando más delgada;
y no haga leche asada
porque la leche es gordura”.

“Un cuarto’e sobrecostilla
tampoco cuesta barato
y se pasa malos ratos
asándola en la parrilla.
Evítese las tortillas,
y en vez de las empanás
puede hacer mirepoix gras
o tal vez un matignon,
o un brunoise a l’oignon
o cochayuyo pa’l brunch”.

Así pretende Lavín,
que el pobre viva contento,
teniendo poco sustento,
gastando sólo dos mil.
Yo no sé cuál es el fin
que usted, Ministro, persigue:
¿que el sufriente se castigue
comiendo una vez al día?
Con tamaña hipocresía

no hay quién, con usted se amigue.

No comprende usted, señor,
que en el gasto que propone
se ocupa el gas en balones
cuyo gasto no es menor.
Sus ínfulas de mentor
lo engañaron otra vez
al decir que en la ¡internet!
puede el pobre consultar
lo que quiera cocinar
para servir un buen buffet.


En este verso de Jorge Lillo Valenzuela, publicado en el blog Lira Popular Virtual el día 21 de abril de 2013, podemos notar como con ironía el autor se mofa de las recetas propuestas por Joaquín Lavín para alimentar a la población. Encontramos aquí una forma de resistencia y subversión mediante la mofa a las políticas públicas mediante la poesía. Podemos ver que mantiene los largos títulos de las antiguas liras populares, y que se ocupa la herramienta del internet para su difusión.

Por último, dejamos al lector tres ejemplares de la Lira Popular Emergencia, que serán presentados sin análisis debido a su contingencia, y para que los lectores puedan hacer sus propios análisis de cómo estas ayudan a la contrainformación, la resistencia y la subversión.

N°1 Lira Popular Emergencia, 31 de octubre de 2019

 
N°8 Lira Popular Emergencia, 8 de noviembre de 2019

N°15 Lira Popular Emergencia, 20 de noviembre de 2019


Referencias.


Acevedo, A. (2015). Los cantores populares chilenos. Santiago, Chile: Ediciones Tácitas.

Barros, R. & Dannemann, M. (1960). El guitarrón en el departamento de Puente Alto. Colección de Ensayos, (12), 1-41.

Barros, R. & Dannemann, M. (1966). La ruta de la virgen de Palo Colorado. Colección de Ensayos, (13), 1-55.

Cortázar, A. R. (1964). Folklore y literatura. Buenos Aires, Argentina: Editorial Universitaria de Buenos Aires.

Dannemann, M. (1995). Tipos humanos en la poesía folklórica chilena. Ensayo filológico, antropológico y sociológico. Santiago, Chile:

Morales, M., González, D. & Petrinovich, D. (2018). Alta esfera. Santiago, Chile: Mundana Ediciones-Mucam.

Navarrete, M. (1999). La Lira Popular. Poesía popular impresa del siglo XIX. Colección de Alamiro de Avila. Santiago, Chile: Editorial Universitaria.

Rojas, N. (24 de noviembre de 2011). Las Nuevas Vidas de la Lira Popular. Ojo en Tinta. Recuperado de: http://www.ojoentinta.com/las-nuevas-vidas-de-la-lira-popular/

Román, D. (2011). La poética de los poetas populares chilenos (Tesis doctoral). Universidad de Valladolid, Valladolid, España.

Santander, A. (2008). Hacia un encuentro con los payadores: Identidad e historicidad en la poesía musical folklórica chilena. Santiago. 1980-2008 (Informe de seminario para licenciatura). Universidad de Chile, Santiago, Chile.

Sepúlveda, F. (2009). El canto a lo poeta, a lo divino y a lo humano. Análisis estético antropológico y antología fundamental. Santiago, Chile: Ediciones UC.

Sepúlveda, F. (2010). Patrimonio, Identidad, Tradición y Creatividad. Santiago, Chile: Centro de investigaciones Diego Barros Arana.

Uribe, J. (1974). Tipos y cuadros de costumbres en la poesía popular del siglo XIX. Santiago, Chile: Pineda Libros.



[1] Véase el artículo “Discusiones en torno al concepto Folklore” (Disponible en: https://repensandoelfolklore.blogspot.com/2019/09/discusiones-en-torno-al-concepto.html)
[2]  Véase por ejemplo el caso del verso “La Vieja Engallada”, del poeta popular Bernardino Guajardo, y el análisis de su folklorización que realiza Dannemann (1995), entre la introducción de su libro.
[3] Rodolfo Lenz, académico alemán de la Universidad de Chile, miembro fundador de la Sociedad del Folklore Chilena y estudioso de la poesía popular. 


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