Grabado de la Lira Popular |
Aquí voy a presentar
Una muy buena herramienta
Gran fuente de resistencia
Desde tiempo inmemorial.
Es la Lira Popular
Que le da su voz al pueblo,
La contingencia exponiendo
Con ironía, humor o encono,
También, a veces, con morbo
Informando y resistiendo.
En nuestra búsqueda de
distintas expresiones del folklore o folclore, que se manifiesten como
herramientas para la subversión y resistencia de las clases populares o de los
sujetos subalternos, nos encontramos con la Lira Popular. Si bien sus versos
poseen un autor identificable, por lo que no serían folklóricas como tales,
como veremos más adelante, su estructura si pertenece al folklore chileno, y su
difusión hace que pasen a ser parte del mismo. Comenzaremos este artículo
realizando la diferencia entre folklore literario y literatura folklórica, ya
que los versos de la Lira Popular se mueven entre ambos conceptos dependiendo
del tiempo transcurrido desde su creación y la difusión que hayan obtenido.
Luego, explicaremos qué es la Lira Popular, para aquellos que están extrañados
con el término, y que tal vez conozcan solo sus icónicos grabados mas no su
contenido. A continuación, hablaremos de los “Puetas” o Poetas y los Cantores
populares que se han encargado de mantener esta tradición para finalizar con
algunos ejemplos sobre cómo, hasta nuestros días, la poesía de la Lira Popular
sigue siendo una herramienta de información y resistencia.
Sobre
el Folklore Literario y la Literatura Folklórica.
En su libro “Folklore y
Literatura”, Augusto Raúl Cortázar nos entrega la diferencia entre estos los
dos conceptos que componen el título de este apartado. Es así como primero nos
explica que un hecho para ser folklórico debe:
[S]on
folklore los fenómenos culturales que
se diferencian de otras expresiones, también culturales que se diferencian de
otras expresiones, también culturales, porque pueden ser específicamente
caracterizados como populares (propios de la cultura tradicional del folk, del pueblo), colectivizados
(socialmente vigentes en la comunidad), empíricos, funcionales, tradicionales,
anónimos, regionales y transmitidos por medios no escritos ni
institucionalizados (Cortázar, 1964: 7).
Si bien, esta
definición puede ser controversial[1],
resulta de suma utilidad para entender lo que es el folklore literario para
este autor argentino. Sobre esto, nos señala:
El
folklore literario será entonces el que agrupa expresiones de esta índole,
en prosa y en verso: cuentos, leyendas, romances, coplas, seguidillas,
villancicos, etc. Lo que interesa destacar es que se trata en primer término,
sustantivamente, de folklore; luego, en segundo lugar, calificamos y
determinamos con el adjetivo “literario” las especies a las cuales nos estamos
refiriendo entre las múltiples que aquel sustantivo comprende. Pero siempre se
ha de tratar de expresiones que se presenten los rasgos caracterizadores del
folklore mismo (Cortázar, 1964: 7).
Pero, ¿por qué los
versos de la Lira Popular corresponderían a Literatura Folklórica y no Folklore
Literario?
El mismo Augusto Raúl
Cortázar nos da la respuesta mediante lo que él llama proyecciones folklóricas,
que son creaciones de autores particulares cimentadas en el folklore y que
deben realizarse desde el conocimiento pleno de la manifestación que se está
recreando (1964). Es así como luego nos dirá: “La distinción arriba señalada
entre folklore literario (fenómeno) y literatura folklórica, que es su
“proyección”, está indicando la importancia que asigno a estos enfoques
diversos de dos tipos de expresiones en apariencia equivalentes” (Cortázar,
1964: 13).
Es por esto que podemos
decir que los versos de la Lira Popular son literatura folklórica y no folklore
literario, puesto que son, como ya hemos dicho, proyecciones. Sin embargo, y
como señalan Dannemann (1995) y Acevedo (2015), muchas veces esta literatura
folklórica es absorbida por el pueblo, y convertida en folklore literario,
realizando pequeños cambios en su contenido, pero manteniendo siempre el
sentido original[2].
Este proceso de
folklorización, de transformar la literatura folklórica en folklore literario,
se da gracias a sus distintos medios de difusión. Como nos señala Micaela
Navarrete:
Este
tipo de literatura sufre un proceso muy complejo: la producen distintos
autores, se transmite cantada, recitada o leída y por lo común es publicada en
pliegos. La adquieren personas que la leen para sí mismos y para otros, que a
fuerza de repetición los memorizan y pasa otra vez a la categoría de literatura
oral (1999: primera página del apartado inicial “Los Buenos Versos”, sin
numeración).
Es de esta forma, que
los versos de la Lira Popular vagan entre la literatura folklórica y el
folklore literario, pasando de lo oral a lo escrito y de lo escrito a lo oral,
a través de sus distintos medios de difusión.
¿Qué
es la Lira Popular?
Tal como nos
señala Rojas, la Lira Pupular corresponde a versos que “Entre 1890 y 1930, [en]
miles de pliegos artesanales circularon por las calles de las principales
ciudades de la Zona central” (2011). Sobre su métrica u poesía nos encontramos
con que la forma más característica es la décima espinel, encuartetada o
glosada, la cual también es llamada verso (Barros & Dannemann, 1960; Barros
& Dannemann, 1966; Román, 2011). Esto implica que “al final de cada décima,
la última frase corresponde a una cuarteta que se va armando con cada final de
las cuatro décimas anteriores” (Morales, González & Petrinovich, 2018, p.
11). Esta cuarteta puede estar relacionada o no con el tema desarrollado por
las décimas, por lo que se vuelve una herramienta poética metafórica por
excelencia (Sepúlveda, 2009). Esto está directamente relacionado con los pies
forzados que realizan los payadores, en donde solicitan al público una frase
octosilábica, con la cual concluyen una décima improvisada, y que ha estado muy
en boga desde 1980 (Santander, 2008).
La poesía de cordel, o
lira popular, fueron folletos o pliegos publicados por los poetas populares de
fines del siglo XIX y principios del siglo XX, que eran vendidos en calles y
plazas (Acevedo, 2015; Uribe, 1974). Estos versos (ocupamos aquí la acepción
que refiere a las décimas encuartetadas) tratan tanto temáticas a lo divino
como a lo humano (Uribe, 1974; Dannemann, 1995).
Micaela Navarrete nos
entrega otros antecedentes muy importantes sobre las antiguas Liras Populares:
Otro
aspecto característico de estas publicaciones es que en cada pliego se
publicaban composiciones de un solo poeta. Este se cuidaba muy bien de estampar
su nombre al final de la hoja, y su dirección para que el lector supiera dónde
adquirirla. Registrar, sin embargo, la fecha de edición fue algo que no les
preocupó.
A
fines del siglo XIX la venta de estos pliegos, según Lenz [[3]],
se Hacía en el gran Mercado Central, en plazas, ferias y estaciones de
ferrocarril, y no sólo en la capital. Las liras recorrían las provincias de la
mano de los verseros. Resulta difícil
fijar los límites de la expansión de los pliegos de cordel. Gozaron de una
tremenda aceptación del pueblo. Corrían de mano en mano y de boca en boca: era
el destino de la literatura popular (1999: segunda página del apartado inicial
“Los Buenos Versos”, sin numeración).
Sobre los pliegos en
que eran publicados estos versos, Navarrete nos señala:
Los
pliegos estaban encabezados por ilustraciones variadas: antiguos clichés con
estampas de devocionarios o almanaques, paisajes, buques de guerra, retratos de
personas célebres, flores, santos, letras de silabario, etc. Pero los más
interesantes son los “increíblemente toscos” grabados en madera, como les llamó
Lenz y que representan casi siempre sucesos extraordinarios, trágicos o
violentos como los fusilamientos y los crímenes. El poeta Adolfo Reyes hacía
grabados “en madera de raulí con un cortaplumas ordinario” para ilustrar sus
propios versos y para vender a sus colegas.
Bajo
los grabados los pliegos de versos
casi siempre llevan un largo título impreso en letras muy grandes, que por lo
general se refieren a una o dos de las cinco o seis poesías que contiene. Es
siempre sensacional y llamativo para atraer al lector y era anunciado a grandes
voces y de un tirón (1999: primera página del apartado inicial “Los Buenos
Versos”, sin numeración).
Grabado de fusilamiento, Lira Popular |
Gracias al sitio web www.lirapopular.cl,
sabemos que durante los años ’50, gracias a Diego Muñoz e Inés Valenzuela, se
creó una lira popular que ocupaba una o
dos páginas, primero en el diario Noticias Gráficas, luego en el diario
Democracia, y por último en el diario El Siglo. Al revisar estas liras, podemos
notar que poseen fecha de publicación y que en sus páginas publican versos de
distintos autores, y no de sólo uno, como en el caso de las primeras liras de
entre 1890 y 1930.
Tras esta incursión de
la Lira Popular en los diarios, desaparece, hasta que en los años 2000, y
gracias al internet nos encontramos con liras en la web. Rojas en su reportaje
del 2011 nos entrega el valioso blog www.lirapopularvirtual.blogspot.com
de Jorge Lillo Valenzuela, donde publica sus propios versos y los de distintos
colaboradores.
Cabe destacar que tanto
las liras populares de los años ’50 como la lira popular virtual de Jorge
Lillo, continuaron con la tradición de los grandes títulos, aunque sin los
grabados. En estas últimas dos instancias de difusión de la poesía folklórica
que constituye la lira, el énfasis se da en el texto y no exclusivamente en los
grabados.
Hoy, con la
contingencia, y con una circulación acotada a la vía del correo electrónico, ha
surgido la Lira Popular Emergencia, cuyo primer número fue lanzado el día 31 de
octubre de 2019, y que ha tenido como principal foco la contingencia nacional y
la revuelta popular iniciada el 18 de octubre del mismo año. En esta Lira,
podemos ver nuevamente grabados, realizados por Manuelístico Rojas, Andrea
Rojas y Raúl Molina, entre otros, y que se entrelazan con el título de las
liras, que corresponde más a la temática que a los títulos de los versos que
contiene, que a su vez, son de distintos autores. Esta Lira Popular Emergencia,
nació gracias al colectivo Decimandoando, y su último número (al momento de
escribir este artículo) fue editado el día 20 de noviembre.
Los
Puetas y Cantores Populares.
Sobre los portadores de
este tipo de literatura folklórica y su relación con la métrica de estos
versos, Antonio Acevedo Hernández, chileno y gran dramaturgo y estudioso de las
tradiciones, nos señala:
La
forma métrica única usada por el cantor popular ha sido la décima; pero esta décima estaba subordinada a una cuarteta, cada uno de cuyos versos
(llamados razones por el pueta) servía de glosa, respectivamente,
a las cuatro estrofas que componen el cuerpo de la composición. Los cuatro
versos de la cuarteta constituían en
realidad, cuatro pies forzados sobre los que el cantor debió basar su poesía.
Los
puetas que solo eran cantores, es
decir, los que no publicaban sus versos, hacían solo cuatro pies (estrofas);
pero los que los entregaban al público imperso en folletos o en hojas hacían,
para completar su poema, un quinto pie que llamaban despedida.
(…)
La combinación llamada contrarresto
era sumamente difícil y solo fue usada por los grandes puetas.
Se
componían estos poemas de diez estrofas contando la cuarteta y la despedida.
Las cuatro primeras tenían como glosa los versos de la cuarteta y las otras
empezaban respectivamente con los últimos versos de las décimas anteriores y
terminaban en el primero. Este detalle demuestra que los poetas populares eran
buenos versificadores y poseían verdadera vocación (2015: 41-42).
Cabe destacar también,
que como señala Manuel Dannemann (1995), se le llamaba Cantor a quienes no
componían los versos, sino que los cantaban o recitaban de memoria y los
aprendían por herencia familiar o bien, desde los pliegos publicados por los puetas. La categoría de pueta era exclusiva de aquellos que
componían o escribían sus versos, pudiendo cantarlos o no, y encontrando
distintas formas de difundir su obra. Por ello, podían haber puetas cantores, mas no cantores puetas puesto que esto último sería una
contradicción al término Cantor.
Para finalizar este
breve apartado, comparto un pensamiento
de Antonio Acevedo Hernández, que nos demuestra la relación de los poetas y las
liras populares con el sentir de los sujetos subalternos y su relación con la
resistencia, con la intrahistoria (Sepúlveda, 2010) que tiene como protagonista
a estos sujetos comúnmente olvidados e invisibilizados: “A mi juicio, los
poetas populares tienen tanta importancia que me atrevo a atribuirles el papel de
historiadores del pueblo; en sus versos he encontrado temas para sainetes, y
estructurado tipos valiosísimos” (Acevedo, 2015: 43).
Ejemplos.
Entregaremos a continuación algunos ejemplos sobre
cómo la lira popular ha llevado el malestar general a la palestra y como ha
dado voz a sujetos invisibilizados.
La
sentencia al Presidente y tres más de sus compañeros
Traía hombres de acero
el partido
opositor;
eran
todos invencibles
para
pelear con valor.
A
este presidente loco
bueno
es que haga la justicia
aventarle
la ceniza
y
esto todavía es poco.
Estaba
muy cocoroco
con
cuarentamil guerreros
soberanos
y altaneros;
pero
la hueste marcial
del
partido crerical
traía
hombres de acero.
Cortarlo
presa por presa
es
bueno y como buen pago
por
las calles de Santiago
le
paseen la cabeza.
Cuando
él con toda vileza
se
quiso hacer invasor
canalla,
cruel, malhechor,
cumpliendo
con su deber
el
polvo le hizo morder
el
partido opositor.
Un
tal Rafael Allende
en su
diarito El Recluta
formaba
una gran disputa
y
al catolicismo ofende.
Hoy
mi pluma le reprende
sus
hechos que son terribles,
aunque
con mil imposibles
invocara
a San Antonio…
para
vencer al demonio
eran
todos invencibles.
También
Lathrop, el perverso,
con
su diario Las Noticias,
sin
que me den las albricias
le
reprendo en este verso.
Sin
hacer ningún esfuerzo
te
doy a saber, lector,
que
por sacarla mejor
y
me afirmo en lo que hablo,
se
acompañó con el diablo
para
pelear con valor.
Al
fin, un señor Godoy,
ministro,
bien lo sé yo,
del
susto que se llevó
¿cómo
se encontrará hoy?
Estas
noticias le doy,
según
mi humilde entender,
porque
en este parecer
digo,
en respeto profundo,
mientras
el mundo sea mundo
no
volverán a su ser (Acevedo, 2015:151-153).
Este verso de Rosa
Araneda, que Antonio Acevedo Hernández replica en su libro “Los Cantores
populares chilenos”, están dedicados, al presidente Balmaceda, tras sus
reformas liberales (Acevedo, 2015). Como nos dice Acevedo Hernández: “Ella, católica
fervorosa, pedía en sus versos la muerte por descuartizamiento del gran Presidente;
agregaba que los restos debían reducirse a cenizas y otras crueldades más” (2015:149).
El pueblo subalterno
chileno siempre ha sido fuertemente religioso, por lo que no es de asombrarse
que ante el intento de la separación del Estado de la Iglesia, algo por lo
que hoy bogamos con fervor, del
presidente Balmaceda, produjera esa reacción en la gran poetisa popular Rosa
Araneda, tocándola en su fibra más sensible por ser “católica fervorosa”.
Un monopolio en
perspectiva
En
tranvías no hay que andar,
Van a subir su pasaje,
Esa gabela salvaje
No es posible soportar,
Los dueños de la tracción
Eléctrica de Santiago,
Por tener que hacer un pago
Cargan con la población;
Santiago en esta ocasión
Firmemente va a probar
Que no está para aguantar
Una esplotación tan odiosa,
I en cambio dirá con prosa,
En tranvías no hay que andar.
Ademas de atropellarnos
Y de matarnos tambien
Para su eterno desde
La Empresa quiere esplotarnos;
Si desea desangrarnos
Esa Cómpany salvaje
Mejor será que nos saje
I así matará su hambruna,
Porque sin razon ninguna
Van a subir el pasaje.
En el año ochenta i siete
El veintinueve de abril
Tambien intentó subir
La otra Empresa su flete;
El pueblo un gran boche mete
A la Empresa con coraje,
I porque sus precios baje
Treinta carros le quemó
I de este modo impidió
Esa gabela salvaje.
Por un chico solamente
Fué el bochinche de esa vez,
I hoi que es doble el interes
No se qué va a hacer la jente;
La Empresa forzosamente
El asunto ha de estudiar,
I no vengan a provocar
Al pueblo con sus gabelas,
Porque ya mas sanguijuelas
No es posible soportar.
Por fin, sino quiere verse
La Empresa en un grande pleito
Deje su alza en proyecto
Porque bien puede perderse;
Cargo también debe hacerse
Que el pueblo ya está cansado
I bastante maltratado
Con las gabelas de hoi dia,
Porque ya la oligarquía
Lo tiene bien desangrado (Navarrete, 1999: sin numeración).
Estas décimas de Juan
B. Peralta, que nos entrega Navarrete (1999), nos parecen más atingentes hoy
que nunca, relatan la subida del pasaje de los tranvías y los dolores del
pueblo que parecieran no haber cambiado en más de cien años. Debido a los años
de publicación de este tipo de Lira, podemos establecer que cuando se refiere
al “ochenta i siete” fue en 1887. En este verso encontramos nuevamente la voz
de los sujetos subalternos que deben soportar las injusticias de las empresas y
la oligarquía, la voz de ese pueblo que ya no aguanta más porque como dice el
mismo pueta: “ya la oligarquía lo tiene
bien desangrado”.
Contrapunto entre un
campesino y un hacendado.
En la Lira Popular del 30
de agosto de 1952, publicada en el diario Democracia, encontramos un
interesante “Contrapunto entre un campesino y un hacendado”, del pueta Miguel
Luis Castañeda de Cogotí. Si bien su estructura es en coplas o cuartetas, y no en décima, su forma poética es muy común en la poesía popular, sobre todo en contrapuntos improvisados. Lo transcribimos a continuación[4]:
CAMPESINO
|
HACENDADO
|
Vine a
buscar mi animal,
mire señor Solano que lo tiene en su corral sin agua y comiendo guano. |
Ah, vos
soi el dueño del burro
que estaba en el callejón, dijo José que era tuyo ese pícaro ladrón. |
Mío
desde que nació
y no me lo quita naide por la gracia de mi Dios ni uno de estos miserables. |
Yo no
te lo hey de quitar
tengo una tropa y bien gordos, vos me tendrís que pagar no te estés haciendo el sordo. |
No es
más la hacienda que tengo
y usté quiere que la venda se me hace el zorrillo rengo para que yo no le entienda. |
Pa qué
querís animal
mejor véndemelo a mi y bien tranquilo queday yo te lo aconsejo así. |
Yo no
tomo mate, Don
con una bombilla’e cuero no le vendo a ningún patrón ni tan siquiera al arriero. |
Mira,
roto subversivo,
creo que sos comunista con tu ofensa que recibo te voy a seguir la pista. |
Puchas
que es bueno su olfato
pa olfatiar los comunistas: parece que ha sido gato pa verlos a simple vista, |
Vos sos
uno, pues bribón
que querís matar a los ricos y hacer la revolución pa dejarnos hechos añicos. |
De sol
a sol trabajamos
nos hacen vivir en rucas y a ustedes alimentamos que no han trabajado nunca, |
Mira tú
roto indecente
yo te voy a mandar preso para que aprendai a gente y no te botís a tieso. |
Los
helaos se hacen de agua
no me asusta su prisión ni el campo e concentración que tenían en Pisagua. |
Mira
tipo mala clase
bastante me has molestado pero tomaré tus frases como insultos de curado. |
Y usté
córtela, pues Don
dejémonos de alegatos si le doy un bofetón lo voy a dejar pal gato. |
A niún
zunco le pegai
no la llevís tan segura: acaso te equivocai quedarís pidiendo al Cura. |
Volvamo’al
punto primero
y entrégueme el animal no sea tan piojero: yo no le voy a pagar. |
Llévate
tu porquería
no me intereso en el pago no vaya a ser que otro día me vengai con más estrago. |
Es curioso notar que en
este contrapunto gana el campesino, mostrándonos las aspiraciones de las clases
subalternas a estar por sobre las clases dominantes, o como quien diría, “que
se dé vuelta la tortilla”. Los sueños del sujeto subalterno se ven reflejada en
esta composición del pueta, aquí gana el débil. La denuncia es implícita,
puesto que el campesino gana, sin embargo, en frases como “Mira tipo mala
clase, bastante me has molestado, pero tomaré tus frases, como insultos de
curado”, notamos el desdén de la clase alta, de la aristocracia por las clases
populares o bajas. Nuevamente, el sujeto subalterno halla un modo de difundir
su voz a través de la literatura folklórica.
Donde se comenta la más
reciente ocurrencia del ministro de Desarrollo Social, parecida a sus playas en
el Mapocho o a la lluvia sobre Santiago: recetas para ahorrar y saborear a la
chilena[5].
Publicaron las
recetas
del inefable Lavín,
que van a ponerle
fin
al hambre de los
proletas.
Va a mejorarles la
dieta
con un rico fricassée,
o tal vez con
un souflé,
gastando apenas dos
lucas
“–quinientos pesos
por nuca–;
de paso, aprenden
francés”.
“Hay que ser
ahorrativo
pa’ superar la
pobreza;
no hay que poner en
la mesa
manjares tan
nutritivos.
—”Hay que ser más
creativos”–,
dice el Ministro a
los rotos,
“sin riendas pa’
los porotos,
¿pa’ que andar
comiendo pollo?;
de la hoja de un
repollo
se hace un
plato cototo”.
“¿Y qué quiere que
le diga?:
¡Olvídese de los
panqueques!
Tampoco piense en
los queques
que le abultan la
barriga.
La marraqueta sin
miga
le mantiene la
figura,
se sentirá más
segura,
veraneando más
delgada;
y no haga leche
asada
porque la leche es
gordura”.
“Un cuarto’e
sobrecostilla
tampoco cuesta
barato
y se pasa malos
ratos
asándola en la
parrilla.
Evítese las
tortillas,
y en vez de las
empanás
puede hacer mirepoix
gras
o tal vez un matignon,
o un brunoise
a l’oignon
o cochayuyo
pa’l brunch”.
Así pretende Lavín,
que el pobre viva
contento,
teniendo poco
sustento,
gastando sólo dos
mil.
Yo no sé cuál es el
fin
que usted,
Ministro, persigue:
¿que el sufriente
se castigue
comiendo una vez al
día?
Con tamaña
hipocresía
no hay quién, con
usted se amigue.
No comprende usted, señor,
que en el gasto que propone
se ocupa el gas en balones
cuyo gasto no es menor.
Sus ínfulas de mentor
lo engañaron otra vez
al decir que en la ¡internet!
puede el pobre consultar
lo que quiera cocinar
para servir un buen buffet.
No comprende usted, señor,
que en el gasto que propone
se ocupa el gas en balones
cuyo gasto no es menor.
Sus ínfulas de mentor
lo engañaron otra vez
al decir que en la ¡internet!
puede el pobre consultar
lo que quiera cocinar
para servir un buen buffet.
En este verso de Jorge
Lillo Valenzuela, publicado en el blog Lira Popular Virtual el día 21 de abril
de 2013, podemos notar como con ironía el autor se mofa de las recetas
propuestas por Joaquín Lavín para alimentar a la población. Encontramos aquí
una forma de resistencia y subversión mediante la mofa a las políticas públicas
mediante la poesía. Podemos ver que mantiene los largos títulos de las antiguas
liras populares, y que se ocupa la herramienta del internet para su difusión.
Por último, dejamos al
lector tres ejemplares de la Lira Popular Emergencia, que serán presentados sin
análisis debido a su contingencia, y para que los lectores puedan hacer sus
propios análisis de cómo estas ayudan a la contrainformación, la resistencia y
la subversión.
N°1 Lira Popular Emergencia, 31 de octubre de 2019 |
N°15 Lira Popular Emergencia, 20 de noviembre de 2019 |
Referencias.
Acevedo,
A. (2015). Los cantores populares
chilenos. Santiago, Chile: Ediciones Tácitas.
Barros, R. & Dannemann, M. (1960). El guitarrón
en el departamento de Puente Alto. Colección
de Ensayos, (12), 1-41.
Barros, R. & Dannemann, M. (1966). La ruta de la
virgen de Palo Colorado. Colección de
Ensayos, (13), 1-55.
Cortázar,
A. R. (1964). Folklore y literatura.
Buenos Aires, Argentina: Editorial Universitaria de Buenos Aires.
Dannemann,
M. (1995). Tipos humanos en la poesía
folklórica chilena. Ensayo filológico, antropológico y sociológico. Santiago,
Chile:
Morales, M., González, D. & Petrinovich, D.
(2018). Alta esfera. Santiago, Chile:
Mundana Ediciones-Mucam.
Navarrete,
M. (1999). La Lira Popular. Poesía
popular impresa del siglo XIX. Colección de Alamiro de Avila. Santiago,
Chile: Editorial Universitaria.
Rojas,
N. (24 de noviembre de 2011). Las Nuevas Vidas de la Lira Popular. Ojo en Tinta. Recuperado de: http://www.ojoentinta.com/las-nuevas-vidas-de-la-lira-popular/
Román, D. (2011). La poética de los poetas populares chilenos (Tesis doctoral).
Universidad de Valladolid, Valladolid, España.
Santander, A. (2008). Hacia un encuentro con los payadores: Identidad e historicidad en la
poesía musical folklórica chilena. Santiago. 1980-2008 (Informe de
seminario para licenciatura). Universidad de Chile, Santiago, Chile.
Sepúlveda, F. (2009). El canto a lo poeta, a lo divino y a lo humano. Análisis estético
antropológico y antología fundamental. Santiago, Chile: Ediciones UC.
Sepúlveda,
F. (2010). Patrimonio, Identidad,
Tradición y Creatividad. Santiago, Chile: Centro de investigaciones Diego
Barros Arana.
Uribe, J. (1974). Tipos y cuadros de costumbres en la poesía popular del siglo XIX.
Santiago, Chile: Pineda Libros.
[1]
Véase el artículo
“Discusiones en torno al concepto Folklore” (Disponible en: https://repensandoelfolklore.blogspot.com/2019/09/discusiones-en-torno-al-concepto.html)
[2] Véase
por ejemplo el caso del verso “La Vieja Engallada”, del poeta popular
Bernardino Guajardo, y el análisis de su folklorización que realiza Dannemann
(1995), entre la introducción de su libro.
[3] Rodolfo Lenz, académico alemán de
la Universidad de Chile, miembro fundador de la Sociedad del Folklore Chilena y
estudioso de la poesía popular.
[4] Recuperado de: https://www.lirapopular.cl/contrapunto-entre-un-campesino-y/
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